Desde la más remota antigüedad, el hombre se ha interesado por el cielo: tanto en los zigurats mesopotámicos como en las pirámides aztecas y mayas se hacían observaciones astronómicas, y nos han llegado relieves con los resultados que se obtenían, con descripciones muy detalladas de la situación de las estrellas en el firmamento.
En la cultura de los pueblos e incluso en sus creencias religiosas aparecen referencias astronómicas. Solamente hay que pensar en Josué, que rezó a Dios para que el sol se parase, o en la estrella que guió a los magos de Oriente en su viaje hasta Belén.
El sol sale por el este (levante) y se pone por el oeste (poniente), por lo que dejando a mano derecha el levante, al frente queda el norte; la estrella polar la han usado desde siempre los navegantes como referencia de orientación en el cielo; las constelaciones zodiacales son bien conocidas desde tiempos remotos: Aries, Tauro, Gemínis, etcétera.
En la actualidad, al levantar la cabeza y mirar hacia el espacio estamos abriendo la puerta a la búsqueda de vida fuera de la Tierra: la carrera espacial, la llegada a la Luna en 1969, las sondas espaciales enviadas para estudiar otros planetas, la estación espacial internacional (ISS), etc.
Por último, seguro que has visto muchas películas sobre viajes espaciales o vida en otros planetas, tales como “2001 una odisea en el espacio”, “La guerra de las galaxias”, “Alien, el octavo pasajero”, “Las crónicas de Riddick” o “Armaggedon”, por indicar algunas.