









España: del absolutismo a la Guerra Civil
El desarrollo de la Guerra Civil
El primer avance nacional fue muy rápido, la llegada del bien organizado ejército de África y del apoyo aéreo alemán e italiano, permitió la toma de Andalucía Oriental, Extremadura y Toledo, de forma que en otoño Madrid estaba rodeado, salvo por el este, y el gobierno de la República se trasladó a Valencia. La capital era el objetivo prioritario y sólo la llegada de las primeras brigadas internacionales impidió su toma a lo largo de ese invierno.
La primavera de 1937 hizo que el ejército nacional, tras las derrotas del Jarama y Guadalajara, buscara otros frentes manteniendo el cerco de Madrid. El bombardeo de la alemana legión cóndor destruyó Guernika y propició la conquista del País Vasco y el avance sobre Cantabria y Asturias hasta agosto de 1937. La contraofensiva republicana en Belchite y Brunete no logró su propósito de replegar al ejército rebelde que acabó ocupando las zonas más industrializadas y mineras.
El otoño de 1937 supuso el inicio de la ofensiva nacional en el Ebro, hasta conseguir cortar el territorio republicano, aislando Cataluña del resto. De nuevo una contraofensiva republicana, la conocida como batalla del Ebro, una de las más crueles de la guerra, duró tres meses, pero no impidió que las tropas rebeldes avanzaran hacia Cataluña.
Desde el invierno de 1938, la guerra estaba perdida para la República, sólo una franja desde Madrid hacia el este: Andalucía Oriental, parte de La Mancha, Murcia, Valencia y Alicante permanecían republicanas. En marzo las tropas franquistas tomaron Madrid y el 1 de abril de 1939 se proclamó el fin de la guerra.
La guerra en Aragón dividió el territorio en dos mitades: el oeste sublevado y el este republicano, lo que convirtió a la comunidad aragonesa en una zona de frente donde se produjeron intensas batallas como el asedio de Huesca o las batallas de Belchite y de Teruel. En el verano de 1938 todo Aragón estaba prácticamente ocupado por las tropas rebeldes.
La victoria franquista finalizó una guerra con más de medio millón de muertos, miles de exiliados en otros países (especialmente Francia, donde fueron recluidos en campos de concentración), una España devastada por tres años de guerra, en lo económico y en lo moral y miles de presos y represaliados. Se inició un largo periodo de dictadura militar.