Los genetistas conductuales estudian los temas que interesan a todos los psicólogos (la percepción, el aprendizaje, la memoria, la motivación, la emoción, la inteligencia, la personalidad y los trastornos psicológicos), pero lo hacen desde una perspectiva genética.
Su labor es determinar cuál es la aportación de la herencia y cuál la del ambiente, a un comportamiento particular, así como las predisposiciones genéticas a los trastornos psicológicos y neurológicos.
Está claro que los genes no causan directamente la conducta, más bien afectan al desarrollo y funcionamiento de los sistemas nervioso y endocrino, aportan algo con respecto, por ejemplo, a la capacidad de aprendizaje o a la tendencia a las depresiones, lo cual influye a su vez en la probabilidad de que cierta conducta ocurra bajo ciertas circunstancias.
El ser humano es producto de la interacción de la herencia (transmisión genética de las características físicas y psicológicas de los padres) y el ambiente (suma de todas las condiciones externas que afectan al desarrollo). La conducta no se hereda, lo que se hereda es el ADN
La conducta surge del impacto de los factores ambientales sobre el organismo en desarrollo.
Los métodos usados por los genetistas conductuales son la genética conductual animal (estudios realizados con animales), genética conductual humana (estudios de familias, gemelos, adopción etcétera) y genética molecular (estudio del código genético humano).