Más que palabras III
Sí, claro que envejecen y a la misma velocidad vertiginosa que crece nuestra sociedad, pero envejecen con alegría porque se mantienen en forma y se renuevan constantemente en nuevas ediciones.
Algo peor lo llevan las palabras que caen en desuso, que aunque se resisten con el cartel de desusadas en alguna edición más, tarde o temprano se descuelgan del diccionario y acaban cayendo en el olvido.
Los diccionarios se miran en el espejo de nuestra sociedad. Reflejan nuestra lengua cambiante y por ello no solo crece a gran velocidad el número de entradas sino el número de acepciones.
Los diccionarios abrazan palabras eternas, palabras fugaces, palabras viajeras, palabras que tienen don, palabras que hieren, palabras que viven en una eterna adolescencia y otras muchas que vienen de lejos y que al ver nuestra tierra deciden anidar aquí. Todas caben en su regazo.
Veamos algunos ejemplos:
Otras entradas cambiantes tienen que ver con la incorporación de la mujer a la vida laboral, como jueza, que también debuta en el diccionario académico de 1992 pero sorprendentemente con una primera acepción: ?mujer del juez?; sin embargo, actualmente (a partir de 2001) esa acepción la vemos como empleo coloquial poco usado y, por tanto, en segundo lugar.
Entradas relacionadas con el capitalismo imperante. Una palabra que hoy en día podemos decir que está de moda es globalización. Pero esta palabra ha pasado lo suyo: a esta palabra le costó ingresar en el diccionario normativo, pues lo hizo, entre corchetes, en 1984, se mantuvo en pie en la edición de 1989 pero inevitablemente perdió la batalla en la edición de 1992 e hizo mutis por el foro. En 2001 decidió, cual ave fénix, resurgir de sus cenizas con aires nuevos y una acepción más moderna, más apropiada para el siglo XXI.
También se muestran en plena forma los neologismos. El italianismo ñoqui también se ha renovado últimamente con tres acepciones nuevas. Éstas son de uso coloquial y vienen de Argentina y Uruguay. Observa la imagen: