Son sustancias químicas que retardan la conducta y el pensamiento al hacer más lentos los impulsos nerviosos. La gente toma depresores para reducir la tensión, olvidar sus problemas o aliviar sentimientos de inadecuación, soledad o aburrimiento. Los más importantes son:
Alcohol. Es la droga más consumida en las sociedades occidentales. En contra de la creencia popular, el alcohol no es un estimulante, el comportamiento animado cuando se ingieren bebidas alcohólicas realmente se debe a que es un sedante del SNC. El hecho de que su consumo sea legal y esté socialmente aceptado es el principal problema en nuestra sociedad.
Los efectos del alcohol dependen de la cantidad y frecuencia de la ingestión. En pequeñas cantidades amortigua la conciencia, reduce las inhibiciones sociales y produce sensaciones de relajación y euforia. Pero un consumo excesivo daña prácticamente a todos los órganos del cuerpo empezando por el encéfalo, interfiere en la percepción y disminuye la autoconciencia. En alcohólicos crónicos puede originar el síndrome de Korsakoff (borra de la memoria cualquier acto reciente, aunque el individuo pueda recordar su niñez).
Fármacos sedantes (barbitúricos). Son fármacos que han sido utilizados para tratar el insomnio, el nerviosismo, la ansiedad o la epilepsia (son anticonvulsivos). Tienen efectos adictivos a largo plazo, su consumo produce tolerancia y, si se suprime su consumo o se disminuyen las dosis se produce un peligroso síndrome de abstinencia, por ello han sido reemplazados en su mayoría por ansiolíticos.
Los barbitúricos fueron la primera clase de agentes sedantes-hipnóticos conocidos, su abuso no tardó en convertirse en un problema social y de salud en muchos países y fueron extremadamente populares como drogas de abuso.
Fármacos tranquilizantes (ansiolíticos). La ansiedad se puede definir como un sentimiento de miedo, temor, aprensión e incertidumbre sin causa justificada. Cuando se acompaña de síntomas vegetativos como sudor, temblor, taquicardia, etc. recibe el nombre de angustia.
Los ansiolíticos son psicofármacos capaces de controlar la ansiedad y su poder adictivo es escaso. En la actualidad los más utilizados son las benzodiacepinas, que poseen un efecto ansiolítico, hipnótico-sedante (con lo que ayuda a tratar el insomnio), relajante muscular y anticonvulsivo.
Opiáceos. Son derivados del opio y alivian el dolor. El opio era utilizado por los griegos con fines placenteros o medicinales (Galeno, médico griego del siglo II, lo utilizaba para aliviar jaquecas o cólicos).
Las dos sustancias derivadas del opio más importantes son la morfina y la heroína. La morfina produce euforia, somnolencia y alivio del dolor y, cuando se interrumpe su ingestión, el adicto se vuelve hiperexcitable, deprimido e hipersensible al dolor. Durante el siglo XX, la adicción a los opiáceos ha girado en torno a la heroína, que en 1898 fue puesta a la venta como medicamento para combatir la tos, su consumo produce euforia, después, un periodo en el que dormitan y el funcionamiento mental se nubla. Producen tolerancia, dependencia física y psicológica.
La heroína y otros opiáceos se parecen a las endorfinas, los analgésicos naturales producidos por el cuerpo.