Hablando se entiende la gente.
Refrán popular
El DRAE (Diccionario de la Real Academia) recoge como cuarta acepción de la palabra conflicto problema, cuestión, materia de discusión. El conflicto forma parte de nuestras vidas desde que nacemos hasta que morimos. Desde que comenzamos a interaccionar con los demás, nuestras creencias y puntos de vista, nuestros intereses, nuestras opiniones, chocan con las de otros. Y no sólo eso: a la hora de tomar decisiones, esa disputa puede ser íntima, que nos ataña sólo a nosotros.
Los conflictos nos sorprenden, nos persiguen, a veces nos quitan el sueño, hacen empeorar nuestro humor, incluso nos angustian. Pero debemos dar la vuelta a esta cuestión y darnos cuenta de que este tipo de situaciones no han de verse como algo negativo. Todo lo contrario: el ser humano es un ser social, y atravesando estas dificultades como aprendemos a convivir. Un conflicto es una posibilidad de entender al otro, de llegar a un acuerdo, de encontrar una solución.
Resolverlos adecuadamente nos hace más grandes, nos hace mejores. Es ahí donde interviene la palabra, que ha de ser nuestra arma fundamental. La cortesía, entendida tal y como dice el diccionario de María Moliner como el conjunto de reglas mantenidas en el trato social, con las que las personas se muestran entre sí consideración y respeto es el puente que nos acerca a los otros, La solución que demos al conflicto alterará nuestra vida: para bien si hemos elegido la estrategia adecuada para resolverlo, para mal en caso contrario.