

Durante siglos, el conocimiento del encéfalo dependió por completo de la observación de pacientes que habían sufrido daño encefálico, del examen de los encéfalos de cadáveres o de técnicas consistentes en extirpar o lesionar partes del encéfalo de animales y observar sus efectos (estas últimas se siguen utilizando actualmente). Pero la corteza cerebral humana es mucho más compleja que la de cualquier otro animal y en las últimas décadas se han ido descubriendo nuevas técnicas que informan tanto de las estructuras como del funcionamiento del cerebro o de determinadas zonas del mismo. Veamos las principales técnicas de exploración cerebral.
Electroencefalografía (EEG)
Los impulsos nerviosos transmitidos por las neuronas son de naturaleza electroquímica, lo que significa que el cerebro desarrolla una actividad eléctrica. Ésta puede ser registrada mediante la colocación de electrodos conectados a un dispositivo que la traduce en gráficas sobre la pantalla de un ordenador.
Un encefalograma (EEG) registra los impulsos eléctricos producidos por la actividad cerebral, generados en forma de ondas y sigue sus variaciones en el transcurso del tiempo. La presencia de ondas anormales en un EEG ayuda a diagnosticar epilepsias, tumores y otras alteraciones neurológicas. (1929)
Escaner o Tomografía axial computerizada (TAC)
La exploración por tomografía computerizada es una imagen de rayos X mejorada por computadora, su resolución es mayor que la de las radiografías convencionales. Consiste en la realización de numerosas imágenes radiológicas que son analizadas y combinadas por ordenador. El resultado es una especie de corte de la zona que se quiere explorar.
La exploración por TAC genera imágenes de la anatomía del cerebro y sirve para medir el flujo sanguíneo cerebral o diagnosticar lesiones y tumores cerebrales.
Tiene una limitación: la visión que se obtiene del cerebro es estática y sólo permite explorar la estructura, pero no la función del cerebro.(1979)