La Celestina

A finales del siglo XV se desarrolla un subgénero dramático culto que estaba destinado a su lectura y no a su representación: la comedia humanística (obras en las que personajes de distintos estamentos sociales presentaban acciones de la vida contemporánea con un lenguaje lleno de expresividad y registros variados).
Aunque habitualmente se escribían en latín como ejercicios escolares, Fernando de Rojas (1475-1541) escribió en castellano la Tragicomedia de Calisto y Melibea, obra con rasgos narrativos y dramáticos en el que aparecen reflejados el mundo medieval y el renacentista. Celestina, vieja alcahueta, ofrece sus servicios como mediadora a Calisto para conseguir el favor de Melibea. La muerte de los amantes y de Celestina puede entenderse como un final moralizante, como un castigo a su comportamiento libertino.
En el fragmento que vas a leer a continuación (perteneciente a la Escena I del Acto II) Celestina se presenta en casa de Melibea como vendedora de hilos y adornos para la ropa y le pide un remedio para Calisto, un pobre enfermo de amor.
CELESTINA.- ¡Doncella graciosa y de alto linaje! Tu habla suave, tu gesto alegre y la liberalidad que muestras con esta vieja me dan la osadía suficiente para decírtelo. Dejo un enfermo a las puertas de la muerte que con una sola palabra de tu boca tiene fe en que sanará.
MELIBEA.- Vieja honrada, no te entiendo, si no declaras tu demanda. Por una parte, me alteras y causas enojo; por otra, me mueves a compasión. Dichosa soy, si de mi palabra hay necesidad para la salud de algún cristiano. Así que no ceses tu petición por empacho o por temor.
CELESTINA.- El temor lo perdí mirando, señora, tu beldad. Bien tendrás noticia, señora, de un caballero mancebo, gentilhombre de clara sangre, que llaman Calisto.
MELIBEA.- (Alterada.) ¡Ya, ya, ya! Buena vieja, no me digas más, no pases adelante. ¿Es éste el doliente para quien has venido a buscar salud, desvergonzada barbuda? De locura será su mal. ¡Quemada seas, alcahueta, falsa, hechicera, enemiga de la honestidad! ¡Jesús! ¡Quítamela, Lucrecia, de mi vista, que me muero! ¿Piensas que no entiendo tu mensaje? Respóndeme, traidora, ¿cómo te has atrevido a tanto?
CELESTINA.- (Para sí.) A otras más bravas he amansado. Ninguna tempestad dura mucho.
MELIBEA.- ¿Qué murmuras, enemiga? ¿Tienes alguna disculpa para satisfacer mi enojo y excusar tu yerro y tu osadía? ¿Qué palabra podías tú querer para ese tal hombre que no desdijera de mi honra?
CELESTINA.- Una oración, señora, que a él le dijeron que sabías de Santa Apolonia para el dolor de muelas. Así mismo, tu cordón, que es fama que ha tocado todas las reliquias que hay en Roma y en Jerusalén.
MELIBEA.- ¿Eso querías? ¿Por qué no me lo expresaste de inmediato? ¿Por qué no me lo dijiste con esas mismas palabras?
CELESTINA.- Porque mi limpio motivo me hizo creer, señora, que no habrías de sospechar mal. Si faltó el debido preámbulo, fue porque la verdad no necesita abundar en muchos colores.
MELIBEA.- Tanto me han alabado tus falsas mañas, que no sé si creer que me pides una oración. Concurrieron dos cosas en tu habla suficientes para sacarme de seso: nombrar a ese caballero que conmigo se atrevió a hablar y pedirme palabra sin más causa. Pero, ya que todo viene de buena parte, de lo pasado haya perdón. Es una obra pía y santa sanar a los apasionados y a los enfermos.
CELESTINA.- ¡Y tan enfermo, señora!
MELIBEA.- ¿Qué tiempo hace que está enfermo?
CELESTINA.- Ocho días, señora.
MELIBEA.- ¡Cuánto me pesa mi falta de paciencia! En pago de tu sufrimiento, quiero darte luego mi cordón y, pues para escribir la oración no habrá tiempo hasta que venga mi madre, si esto no bastare, ven mañana por ella muy secretamente.
LUCRECIA.- (Para sí.) ¡Perdida está mi ama! ¡Quiere que venga Celestina secretamente! Hay fraude: ¡ha de querer más de lo que ha dicho!
CELESTINA.- Yo parto, si me das licencia.
MELIBEA.- Ve con Dios, que ni tu mensaje me ha traído provecho, ni de tu partida puede venirme algún daño.
Adaptación de Félix Álvarez Sáez,
publicada en: http://www.cervantesvirtual.com
*Imagen: Portada La Celestina
www.grammata.es
Contesta
En el fragmento que acabas de leer, además de Celestina y Melibea aparece el personaje de Lucrecia. ¿Quién es?
Criada de Melibea.