Sexismo en la lengua II
Las profesiones
La profunda transformación que el mundo occidental ha experimentado en los dos últimos siglos ha traído profundos cambios sociales, entre ellos la incorporación de la mujer al mundo laboral. Te parecerá sorprendente pero hasta hace pocos años la primera acepción que el DRAE daba de alcaldesa era mujer del alcalde. ¿Era el diccionario machista? No: es que las mujeres no ocupaban ese cargo, y popularmente se llamaba así a la esposa del hombre que ocupaba la alcaldía. Todavía se usa en algunos lugares con esa acepción.
Esos cambios sociales han llevado a mujeres tengan profesiones que eran tradicionalmente masculinas, lo que provocó y provoca problemas y vacilaciones en los hablantes. ¿Soldado o soldada? ¿La médico o la médica? ¿Juez o jueza? Estos problemas no han sido exclusivos del castellano: Los bomberos ingleses eran firemen, aunque ahora se prefiere firefighters. El hecho de que las mujeres ocupen espacios que antes estaban reservados a los hombres implica que habrá que nombrarlas, y los hablantes irán transformando el idioma a la nueva realidad.
El cómo hacerlo lo impondrán, sutilmente y poco a poco los hablantes. No sabemos si se impondrá la juez o la jueza, la bedel o la bedela, aunque sí sabemos que no habrá periodistos o matronos como sí enfermeros, porque no siempre será necesario marcar lingüísticamente el sexo con un morfema de género.
Para terminar, dos consideraciones. La primera, no olvides que el lenguaje no hace a la sociedad, aunque sí refleja un forma de ver el mundo y, como tal, puede cambiarlo. La segunda: cuida tu forma de hablar y escribir, y hazlo siempre de forma respetuosa. Evita, por tanto, la utilización del femenino como peyorativo y las expresiones que impliquen discriminación. Por ejemplo, la distinción señora / señorita clasifica a las mujeres según su estado civil (casadas o solteras), es decir, atendiendo a su relación con los hombres. Si esa distinción no se hace a la inversa, ¿por qué seguir utilizándola?