El movimiento de rotación de la Tierra sobre su eje (de oeste hacia el este) hace que el Sol comience a iluminar antes los lugares que se encuentran en el este y progresivamente vaya avanzando hacia el oeste. Por eso, vemos que el Sol, al amanecer, sale por el este, y que se pone, al atardecer, por el oeste.

 

Sabiendo la hora del día y observando donde se encuentra el Sol en el cielo podemos saber donde están los puntos cardinales. Antes de las doce de la mañana el Sol está en el este. Si nos ponemos con los brazos en cruz y el derecho lo ponemos orientado hacia la trayectoria que está siguiendo el Sol, el oeste estará hacia donde señala nuestro brazo izquierdo, quedando el Norte al frente y el Sur en sentido contrario.

 

Otro sistema para orientarnos es la observación de la sombra que se proyecta si clavamos una vara o un palo rectilíneo verticalmente en el suelo. Después de esperar unos minutos, cuando la sombra ya mide unos centímetros, trazamos una línea imaginaria en el sentido de esta sombra. Esta línea será la que lleva el Sol en su recorrido, de este a oeste. El punto oriental estará en la punta de la sombra.

 

La forma más común de orientación es utilizar una brújula. Las brújulas son  instrumentos de orientación que tienen una aguja imantada que señala siempre al norte. En su esfera, las brújulas llevan pintada una rosa de los vientos, en la que se señalan los puntos cardinales. De esta manera, si giramos la brújula hasta que la aguja imantada se sitúa sobre la dirección norte, sabremos donde se encuentran el resto de los puntos cardinales o que rumbo tomar para ir al cualquier sitio. Si estamos manejando un mapa, debemos hacer coincidir la dirección norte del mapa con la de la rosa de los vientos de la brújula y con la de su aguja imantada, así sabremos el rumbo que hay que tomar para ir al destino que queremos. Luego, ya sólo con la brújula, deberemos seguir ese rumbo.

 

A veces, se utilizan los siguientes sinónimos: