La Edad Media: el feudalismo y el Islam
La transición a la Edad Media
La caída del Imperio Romano de Occidente, en el año 476 marca el paso de la Antigüedad al periodo que denominamos la Edad Media. Esta referencia cronológica es meramente convencional; hay que considerar que la parte oriental del Imperio Romano siguió existiendo durante mil años más, hasta que su capital, Constantinopla, fue tomada por los turcos en 1453, es decir, cuando en la Europa Occidental hablaremos de la llegada de la Edad Moderna.
La lengua latina quedó como lengua autóctona de los territorios en los que el Imperio había tenido una presencia fundamental y fue evolucionando, con las influencias recibidas de otros pueblos y de los propios territorios, hasta convertirse en la actual diversidad de lenguas procedentes del latín, entre ellas las que se hablan en la España actual a excepción del euskera.
Por otra parte, el cristianismo fue, desde finales del Imperio Romano, un elemento clave en el desarrollo cultural, artístico y político de los territorios, ya que su presencia en la relación con el poder y la cultura, tanto popular como aristocrática, fue permanente.
La disolución del Imperio Romano fue suplida por los pueblos a los que los romanos llamaban bárbaros, muchos de los cuales estaban romanizados en mayor o menor medida; su distribución territorial a lo largo de Europa marcó la posterior evolución de los distintos territorios; la presencia de visigodos en Hispania, los ostrogodos en Italia o los francos en la actual Francia dieron origen a distintos caminos evolutivos.
El pueblo franco evolucionó hasta formar un nuevo imperio: el carolingio que, desde el territorio de la actual Francia y con el apoyo papal, que nombró a Carlomagno emperador de la cristiandad, extendió sus dominios por la Europa Central y contribuyó al afianzamiento de un nuevo régimen económico, social y político: el feudalismo, como forma de administrar los territorios.
En la imagen, a la izquierda, Carlomagno.