La cortesía
Dijimos en la introducción que, desde que nacemos, las personas interaccionamos unas con otras. A medida que vamos aprendiendo la lengua materna, una de las principales formas de relacionarnos con los demás es la conversación.
No siempre que conversamos lo hacemos para emitir o recibir información. A veces hablamos simplemente por mantener el canal de comunicación abierto (recuerda: la función fática), por el simple placer de hablar. Pero generalmente lo que hacemos es transmitir algo que tenemos en el pensamiento. Así, podemos informar a los demás de cosas, pedir que el receptor haga algo, elogiar o alabar, comprometernos a hacer cosas o incluso crear realidades. Todo esto lo puedes observar en el siguiente ejemplo:
Novio (en voz baja): Soy muy feliz. (1)
Novia (igual): ¿Vas a quererme siempre? (2)
Novio: Eres lo mejor que me ha pasado (3). Sí, prometo quererte y cuidarte siempre con toda mi alma (4).
Oficiante: Yo os declaro marido y mujer. (5)
Mientras que las palabras del oficiante cambian la realidad (crea legalmente un matrimonio donde no lo había), en la conversación entre los dos contrayentes puedes apreciar información (1), petición (2), elogio (3) y compromiso (4).
Cuando nos dirigimos a los demás, a veces lo hacemos para conseguir que los demás hagan algo. La forma correcta de hacerlo es a través de la cortesía. Los lingüistas hablan de estrategias de cortesía positiva y negativa.
- Las estrategias de cortesía positivas se basan en que el emisor demuestre que aprecia y respeta al receptor, es decir, que sabe ponerse en su lugar. Estrategias de cortesía positiva son, por ejemplo, el plural de cortesía o el halago. Fíjate en la diferencia:
Tienes que trabajar más // Tenemos que trabajar más, hijo
Buen examen. // Este examen está fenomenal, Alberto. Así da gusto. Estoy muy orgulloso de ti.
- Las estrategias de cortesía negativa, por su parte, se basan en el respeto del emisor hacia el receptor, esto es, reconoce que el receptor no desea recibir imposiciones. Observa los ejemplos:
Cierra esa ventana. // ¿Puedes/podrías cerrar la ventana, por favor? ¿Serías tan amable de cerrar la vetana, por favor? O más sutilmente: Tengo un poquito de frío...