La poesía inicial de Blas de Otero y de Gabriel Celaya pertenece a la
poesía desarraigada tan característica de los años cuarenta: una poesía angustiada, dolorosa, existencialista, profundamente humana, propia de quien no encuentra su lugar en el mundo. En los años cincuenta, sin embargo, su
poesía adquiere una orientación de carácter social, comprometida con el momento histórico. Conciben sus versos como herramienta solidaria para denunciar la injusticia social.
- La voz de Blas de Otero (1916-1979) es una de las más sonoras entre los poetas que, en los años cincuenta, se propusieron dar testimonio de la realidad y luchar a verso partido por un futuro mejor. Este poema estremecedor es una encendida defensa de la palabra como única arma del hombre. Este texto pertenece a Pido la paz y la palabra (1955).
Si he perdido la vida, el tiempo, todo
lo que tiré, como un anillo, al agua,
si he perdido la voz en la maleza,
me queda la palabra.
Si he sufrido la sed, el hambre, todo
lo que era mío y resultó ser nada,
si he segado las sombras en silencio,
me queda la palabra.
Si abrí los labios para ver el rostro
puro y terrible de mi patria,
si abrí los labios hasta desgarrármelos,
me queda la palabra.
- En estas estrofas pertenecientes a La poesía es un arma cargada de futuro (1954), Gabriel Celaya describe la poesía como una herramienta de lucha social por el progreso de España. Si quieres leer el texto completo y escucharlo de la voz de Paco Ibáñez pincha aquí:
Poesía para el pobre, poesía necesaria
como el pan de cada día,
como el aire que exigimos trece veces por minuto,
para ser y en tanto somos dar un sí que glorifica.
[...]
Hago mías las faltas. Siento en mí a cuantos sufren
y canto respirando.
Canto, y canto, y cantando más allá de mis penas
personales, me ensancho.
Quisiera daros vida, provocar nuevos actos,
y calculo por eso con técnica qué puedo.
Me siento un ingeniero del verso y un obrero
que trabaja con otros a España en sus aceros.
Tal es mi poesía: poesía-herramienta
a la vez que latido de lo unánime y ciego.
Tal es, arma cargada de futuro expansivo
con que te apunto al pecho.