En su búsqueda de una expresión distinta, los poetas del 27 armonizaron las nuevas tendencias vanguardistas con las reminiscencias clásicas y populares. Recibieron por un lado las influencias de los escritores de su tiempo (Vanguardias, Juan Ramón Jiménez, Antonio Machado, etc.), pero también de los clásicos (Garcilaso, San Juan de la Cruz, Lope de Vega, Góngora, etc.) y de la lírica tradicional (el Cancionero y Romancero tradicionales). Por tanto, su ideal estético se basaba en la innovación y la tradición. Un maestro en aunar lo culto con lo popular fue Federico García Lorca, tal como podrás comprobar en su Canción del Jinete.

Esta unión alcanza su cota máxima con el famosísimo Romancero Gitano. No obstante, más tarde el poeta trató de huir de esta imagen y cultivó nuevas formas de expresión plenamente vanguardistas que dieron su fruto en Poeta en Nueva York. No dejes de leer alguno de los innovadores poemas de esta obra pinchando en el enlace.

Los versos de arte menor, la rima asonante, la presencia de estribillo, etc. muestran la fuente tradicional-popular de la que bebe Lorca en este poema: Canción del Jinete. Además, al igual que vimos en el fragmento teatral de la unidad anterior, estos versos también están repletos de símbolos lorquianos: el tema del destino trágico encarnado en el personaje marginal del jinete inmerso en un cuadro sombrío de naturaleza muerta, la imagen del caballo o de la luna negra como símbolo de la muerte, de nuevo un arma (el cuchillo), etc. Si quieres escuchar la versión musicalizada de Paco Ibáñez pulsa aquí.


*Imagen1: Autorretrato