La mayor parte de los préstamos que hemos mencionado hasta ahora se caracterizan por haber experimentado en el proceso de incorporación al castellano una adaptación fonética y gráfica (f
útbol, tiqué, yate, tenis, cederrón, beis, etc.) lo que ha permitido que se integre plenamente en nuestro vocabulario y que, poco a poco, perdamos la conciencia de que se trata de un préstamo de otra lengua y, en consecuencia, lo sintamos como propio.
En los préstamos más recientes, sin embargo, la
tendencia a conservar la forma fonética y gráfica del término original es mucho mayor. A este tipo de palabras se les denomina
barbarismos o extranjerismos.
Podemos poner como ejemplo
anglicismos tan comunes en nuestro vocabulario como
basket, surfing, jogging, ranking, zapping, hardware, software, etc. O del francés:
boutique, foie-gras, soufflé, pret-à-porter, etc. La Real Academia Española, en este sentido, va adaptando progresivamente estos anglicismos a la pronunciación española:
biquini, güisqui, zapeo, córner, fútbol, cederrón, mitin, yate, turista, tenis, vagón, récord, etc.
Cabe recordar aquí los llamados
latinismos que vimos anteriormente: expresiones latinas que utilizamos en nuestra lengua actual con su forma original, sin realizar ninguna adaptación a las reglas morfológicas y fonológicas del castellano:
grosso modo, ídem, mutatis mutandis, quórum, a posteriori, a priori, ex profeso, honoris causa, ipso facto, motu proprio, sine qua non, sui generis, etc. Si quieres saber el significado de estos latinismos y muchos más pincha
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