La pintura al fresco en el interior de los templos cedió protagonismo a los retablos, ya que las vidrieras abiertas en la pared realizaban el papel de los antiguos frescos.

La pintura sobre tabla permite la aparición de pequeñas obras con las que decorar los muros de iglesias, palacios y otros edifios, por eso, aunque la temática es predominantemente religiosa, van apareciendo retratos. También el paisaje va tomando protagonismo.

La nueva pintura se humaniza, gana en expresividad y realismo; la técnica pictórica hace aparecer el movimiento y los ropajes caen de una forma más natural.

Al final de la Edad Media aparecen pintores que anuncian la llegada del renacimiento con su técnica. De Italia destacaremos a Giotto y de la escuela flamenca a Van Eyck.

Se mantienen y multiplican las miniaturas que ilustran las copias manuscritas. Muy coloristas y detalladas.