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Las imágenes arquitectónicas suelen tener un carácter didáctico, indispensable para explicar en una época de población mayoritariamente analfabeta, y representan momentos bíbilcos, alegorías de pecados y otras cuestiones religiosas. Pueden localizarse en capiteles, sobre todo de los claustros y en portadas de iglesias.
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La portada típica del románico se estructura mediante una sucesión de columnas adosadas a ambos lados de la puerta.
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De sus capiteles, que pueden ser historiados, arrancan las arquivoltas: arcos abocinados hacia el interior, que también pueden estar decorados.
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En la parte central (tímpano) puede aparecer alguna escultura, normalmente de Jesucristo (se denomina Pantócrator a su representación bendiciendo), la Virgen o algún símbolo religioso.
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Las esculturas románicas son simbólicas, la representación humana no es realista, los rostros son inexpresivos y carecen de movimiento; suelen cumplir la ley de la frontalidad (están pensadas para verlas de frente).
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Los materiales habituales son la piedra y, sobre todo, la madera policromada.