Los condados aragoneses

El fracaso de la toma de Zaragoza por los francos dio al traste con los planes de Carlomagno, aunque no con su interés. Poco después fueron creando condados en la actual Cataluña, hasta Barcelona y un pequeño territorio para proteger la calzada romana que atravesaba el Pirineo con el nombre del río que lo delimitaba: Aragón a cuyo mando puso a un franco tras el cual nombró a Aznar I Galindo, probablemente autóctono y hombre de su confianza. Posteriormente pasó a formar parte del reino de Pamplona.

El condado de Ribagorza absorvió al de Sobrarbe y ambos fueron ocupados por Sancho III el Mayor y anexionados al reino de Pamplona.

Los condados aragoneses, parte de la herencia de Sancho III

La tradición hereditaria de Navarra permitía que los reyes dividieran su territorio entre sus hijos, de forma que al primogénito le correspondía la parte principal y a sus hijos restantes los territorios añadidos, así fue como Ramiro, hijo del rey navarro Sancho III heredó el condado de Aragón, mientras que su hermano Gonzalo recibía los del Sobrarbe y la Ribagorza hasta su muerte sin descendencia, cuando pasaron a depender de Ramiro, que anexionó también territorios de las Altas Cinco Villas.

El reino de Aragón
 
Pese a que Ramiro I estableció las bases del reino de Aragón, su hijo Sancho Ramírez viajó a Roma para que el Papa Alejandro II lo reconociera como rey a cambio del vasallaje del nuevo reino al papado; de esta forma Aragón adoptó los colores rojo y amarillo del papado.

Alfonso I -el batallador-, con la ayuda de los francos, tomó Zaragoza y extendió los territorios aragoneses por Tarazona, Tudela, Soria, Calatayud, Daroca, Sigüenza, Medinaceli y Molina de Aragón.

Le sucedió Ramiro el monje, quien cuando su hija Petronila tenía un año, firmó un acuerdo matrimonial con el conde Ramón Berenguer IV de Barcelona. El hijo de ambos, Alfonso II, será el primer rey de la Corona de Aragón.