La Edad Media: el feudalismo y el Islam
Las relaciones sociales
La sociedad feudal es estamental, abarca tres grupos sociales con sus correspondientes diferencias internas:
Las clases privilegiadas estaban formadas por la monarquía y la nobleza, junto con el clero y poseían una serie de privilegios respecto a la propiedad de la tierra, la exención de pagar impuestos o la aplicación de la ley por sus iguales:
Dentro de la nobleza podemos diferenciar a la baja nobleza: los caballeros, cuyas posesiones eran sus armas y su caballo. Se dedicaban a la milicia jurando lealtad a sus superiores.
El clero menor dependía de ellos, aunque participaba de algunos beneficios de las clases privilegiadas como la aplicación de la justcia por parte de la propia Iglesia.
En la base de la sociedad estamental está el campesinado, dedicado a trabajar la tierra, bien en régimen de arrendamiento (a cambio de una parte de su producción) bien como siervos vinculados a la tierra del señor de cuyas posesiones eran un elemento más.
Si bien las clases privilegiadas sólo podían ser juzgadas por sus iguales, la clase baja dependía totalmente de sus señores, y estaban obligados a trabajar y pagar impuestos.
El orden eclesiástico no compone sino un solo cuerpo. En cambio, la sociedad está dividida en tres órdenes. Aparte del ya citado, la ley reconoce otras dos condiciones: el noble y el siervo que no se rigen por la misma ley. Los nobles son los guerreros, los protectores de las iglesias. Defienden a todo el pueblo, a los grandes lo mismo que a los pequeños y al mismo tiempo se protegen a ellos mismos. La otra clase es la de los siervos. Esta raza de desgraciados no posee nada sin sufrimiento. Provisiones y vestidos son suministradas a todos por ellos, pues los hombres libres no pueden valerse sin ellos. Así, pues, la ciudad de Dios que es tenida como una, en realidad es triple. Unos rezan, otros lucha y otros trabajan. Los tres órdenes viven juntos y no sufrirían una separación. Los servicios de cada uno de estos órdenes permite los trabajos de los otros dos. Y cada uno a su vez presta apoyo a los demás. Mientras esta ley ha estado en vigor el mundo ha estado en paz. Pero, ahora, las leyes se debilitan y toda paz desaparece. Cambian las costumbres de los hombres y cambia también la división de la sociedad.
ADALBERON DE LAON, "Carmen ad Robertum regem francorum" (a.998). Recoge. M. Artola, "Textos fundamentales para la Historia", Madrid, 1968, p. 70. Texto tomado de la biblioteca virtual Miguel de Cervantes.